Alternativas al cloro para piscinas ¿Es el cloro venenoso?

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Cómo ya os hemos comentado en artículos anteriores, existen diferentes maneras de tratar el agua de nuestras piscinas para eliminar o reducir la contaminación que hay en ellas. Y aunque la más conocida es el tratamiento con cloro, no es para nada el método ideal para garantizar un baño seguro.

A todos nos ha pasado alguna vez que al salir de una piscina tenemos la piel seca o los ojos enrojecidos, y solemos asociarlo al cloro, sin darle apenas importancia. Lo que no sabemos es que los síntomas negativos de este producto químico van mucho más allá, llegando incluso a producir dificultades respiratorias, especialmente en niños pequeños.

A principios de año entró en vigor en España una nueva regulación de las pastillas de cloro que prohibía vender productos con una concentración de ácido bórico superior al 0,3%. Esto se debe a que desde Europa se ha revisado el reglamento sobre el uso y comercialización de biocidas, y se ha determinado que una concentración superior al 0,3% puede causar efectos nocivos para la salud humana.

Qué son los biocidas y cómo se utilizan en nuestras piscinas

Los biocidas pueden ser sustancias químicas sintéticas o de origen natural o microorganismos que están destinados a destruir, contrarrestar, neutralizar, impedir la acción o ejercer un control de otro tipo sobre cualquier organismo considerado nocivo para el ser humano. Algunos ejemplos son los desinfectantes, conservantes, pesticidas, herbicidas, fungicidas e insecticidas. Su aplicación en piscinas se realiza a través del ácido bórico, un componente químico que se utiliza para su uso en biocidas porque ayuda a la compactación de las tabletas de cloro y oxígeno que se emplean en las piscinas.

¿Es peligroso el ácido bórico?

El ácido bórico es un producto con múltiples usos, desde limpieza de tuberías, retardante del fuego o catalizador, hasta polvos para matar insectos. Usos que evidentemente están fuera del consumo humano, de hecho, si se ingiere puede causar vómitos o diarreas. Y si la cantidad ingerida es alta puede ser muy tóxico para el organismo, o incluso causar la muerte. Pero, ¿por qué se utiliza algo tan tóxico para el tratamiento del agua? Con la nueva normativa que reduce el porcentaje de concentración, y dando por hecho que no se hace un consumo del agua como tal, se reduce el riesgo de las causas anteriores. Pero, la realidad es que el cloro no solo está formado de este producto químico, tiene otro componente que es igual de dañino, la cloramina.

¿Qué es la cloramina?

La cloramina es un derivado del cloro que se forma con el contacto de éste con las sustancias orgánicas presentes en el agua: el sudor, la orina, los insectos y hasta las hojas pequeñas ramas procedentes de la vegetación del entorno. Este compuesto aparece en la piscina en las horas posteriores a la primera cloración, como resultado de la mezcla del ácido hipocloroso (la reacción del cloro con el agua), el sudor, la saliva, la orina y otros elementos orgánicos presentes y es lo que provoca el olor a desinfectante tan característico de las piscinas públicas. Pero esto es más serio de lo que parece, ya que una exposición larga a la cloramina puede llegar a provocar asma y otras afecciones respiratorias. Y lo más curioso de todo es que la única forma de acabar con ella es añadiendo más cloro, en un tratamiento de choque que, por supuesto, debe ser controlado minuciosamente.

Cómo nos afecta el agua de las piscinas

Una exposición prolongada al cloro, y sus componentes, puede causarnos las siguientes patologías:

Dificultades respiratorias
Un exceso de cloro aumenta las posibilidades de que un niño desarrolle síntomas asmáticos, siendo mayor este efecto cuanto más pequeño sea el niño, cuanto más concentrado esté el cloro en el agua y cuanto más tiempo pase dentro de ella. Los niños pequeños, al no nadar bien, tragan más agua, por lo que las vías aéreas entran en contacto con los productos irritantes presentes en el agua y pueden desencadenarse crisis de broncoespasmos con tos, pitidos en el pecho o fatiga respiratoria. Por otro lado, el exceso de cloro y cloramina pueden irritar la mucosa nasal y ocasionar una rinitis con moqueo constante. Incluso cuando las cantidades de cloro de las piscinas se encuentran dentro de lo que podemos considerar «niveles normales», si la exposición es muy prolongada, se pueden producir estos efectos respiratorios.

baño sin cloro

Afecciones de piel
El cloro también es dañino para la piel, ya que deteriora el manto graso protector, por ello, cuando nos bañamos en una piscina con cloro la piel se queda reseca. De ahí importancia de ducharse al salir de la piscina, aplicar protector solar después del baño y crema hidratante en casa.

Picor de ojos, enrojecimiento, conjuntivitis
El agua de las piscinas puede causar conjuntivitis irritativas, provocando picor, enrojecimiento, lagrimeo, sensación de tener algo en el ojo e hipersensibilidad a la luz. Este tipo de conjuntivitis suelen estar provocadas por un exceso de cloración y la presencia de otras sustancias químicas en el agua, así como por el sol. En el caso de las conjuntivitis víricas y bacterianas pueden deberse a unos niveles de cloro incorrectos.

«El sarro del nadador» en los dientes
El cloro de las piscinas también afecta a los dientes, su consecuencia más común es el llamado «sarro del nadador», que hace que los dientes se amarilleen. Esto se debe a que el pH del agua de las piscinas es ligeramente superior al de nuestra saliva, lo que provoca una mayor acumulación de sarro. Si no se mantiene una buena higiene dental, este sarro seguirá acumulándose y, al final, se pueden manchar los dientes y, en el peor de los casos, inflamarse las encías.

Pelo dañado
El cloro de las piscinas puede llegar a secar el pelo, y hacerlo más quebradizo, incluso en personas con pelo claro puede alterar su color, aunque sería necesaria mucha exposición al cloro para que fuera realmente dañino para el cabello.

Existen alternativas al cloro

Sí, existen otro tipo de depuración de piscinas que no utiliza cloro ni ningún tipo de producto químico para tratar el agua. Es el caso de las piscinas naturales o biopiscinas, definidas por la Asociación de Aguas de baño naturalizadas como un tipo de piscina que excluye todo tipo de elementos que destruyan la biodiversidad del agua, cuyo objetivo principal es ofrecer agua de calidad de baño de acuerdo con la legislación europea y reglamentos internacionales. Si quieres saber más sobre los diferentes tipos de sistemas para depuración de piscinas echa un vistazo a nuestro último artículo.

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